De un mal polvo ... líbranos Señor te rogamos

Luego de un mal polvo, viene otro peor. Por eso decidimos terminar con la mala racha y dedicarnos al sexo de ciudad. Caminar por Santiago con el condón en la cartera. Dejar de preguntarnos ¿me saco la polera? ¿me sacará el sostén? Agarrar los calzones y tirarlos por la ventana. Y simplemente tirarnos al de al lado. De frente. Y de costado.

miércoles, junio 21

El chupa sangre

Celebrar la noche de brujas es extraño pero hacerlo en gringolandia es flipeado, la gente se lo toma muy en serio y sobre todo los góticos. Empezamos en una fiesta en una casa enorme, pero en el subterraneo. No se veía nada entre el humo de hielo seco, el laberinto de telas negras, las luces rojas y los disfraces predominantemente oscuros. Yo estaba disfrazada de vampireza/dominatrix incluso con antifaz de latex rojo, una extraña mezcla que habían preparado mis anfitrionas. Y como los kliches salen de alguna parte, se abrió la pista de baile por la mitad y entre la gente apareció él vampiro con onda rockstar más sexy que alguien pueda imaginar. Tenía un sombrero negro que apenas dejaba ver sus carnosos labios, sus afiliados dientes, las margaritas y su recta nariz, lo que por supuesto, me sedujo y terminé tirando con él tras unos paneles y un montón de pasto seco. Cuando estabamos en el pre, luego de bailar, reírnos, acercarnos y rozarnos, le saqué el sombrero y casi me muero cuando veo que el disfraz era completísimo, con lentes de contacto inclusive, y no de esos blancos a lo Marilyn Manson, ni rojos tipo conejo, sino con cruces. Era como tirar con un gato japonés de animación. Mal. Así que como no le hago a la zoofilia, cerré mis ojos. Y fue el mejor chupasangre que he tenido.