Mythbusters

Todo comenzó al son del reggeaton. Y a pesar de que no me gusta esa música, él se movía como un dios boricua, con cadencia, con estilo; entre las rodillas flectadas y los brazos en el aire, hasta su espalda se veía más amplia. Su sonrisa pícara que cuando me acercaba se achicaba para susurrar en mi oído todas esas cachonderias reggetonezcas, presagiaban un final de lujo.
Aunque cadereo fenomenal, el reggeaton me dio un nuevo swing y en cosa de segundos estabamos pegados, respirándonos, rozándonos los labios. Era tan entretenido que fuimos los últimos del grupo en irnos, y es que estaba tan rico!!
Cuando llegamos a la casa estábamos ansiosos. Nos encerramos y todos se quedaron plop. Unos besos increíbles, la torpeza al quitarnos la ropa, la caída, el chirrido de los resortes...era todo perfecto hasta que se sacó los calzoncillos. Derribemos el mito, pensé. Pero entendí que si dicen, el tamaño si importa, será por algo y que apesar de eso, hay algunos que nunca aprenden a manejar.