¿Vamos de nuevo?
Hay momentos cruciales a la hora de saber si un polvo se convertirá en constante. Porque el que sabe, sabe; y porque la hora de los quiubo llega siempre.
Para mí, lo es el desayuno. Después de una noche apasionada, en la mañana, cuando comienzas tu día; tu cotidianeidad; cuando te despiertas sin los artificios de la noche anterior, y aún persiste la buena onda, a pesar de no estar omnubilada por la luz nocturna, ahí es cuando te das cuenta si valdría tirartelo de nuevo.
Para mí, lo es el desayuno. Después de una noche apasionada, en la mañana, cuando comienzas tu día; tu cotidianeidad; cuando te despiertas sin los artificios de la noche anterior, y aún persiste la buena onda, a pesar de no estar omnubilada por la luz nocturna, ahí es cuando te das cuenta si valdría tirartelo de nuevo.