De un mal polvo ... líbranos Señor te rogamos

Luego de un mal polvo, viene otro peor. Por eso decidimos terminar con la mala racha y dedicarnos al sexo de ciudad. Caminar por Santiago con el condón en la cartera. Dejar de preguntarnos ¿me saco la polera? ¿me sacará el sostén? Agarrar los calzones y tirarlos por la ventana. Y simplemente tirarnos al de al lado. De frente. Y de costado.

viernes, enero 18

Gravedad

Así sucedió. O ahí supe que sucedería.
Nos íbamos a la playa a pasar un fin de semana. Yo conocía sólo a mi amiga y su pololo. El resto de los comensales no importaba. Yo sólo quería escapar de la ciudad en la que me topo una y otra vez a FST.
Íbamos en el auto, un poco apretados. Y a mi me tiraron a la parrilla y me mandaron atrás con tres hombres desconocidos. No era un problema y no lo sería porque mi mente estaba muy alejada de la ruta de la Vitamina P.
Los clásicos ‘tienes fuego’, ‘pásame el cenicero’ o ‘me das agua’, eran nuestras únicas comunicaciones. Hasta que la gravedad hizo lo suyo. En una curva muy pronunciada, mi cuerpo se abalanzó hacia él, y quedé prácticamente encima suyo, muy cerca, muy pegados.
Como siempre he sido muy señorita, le pedí perdón. Él me atravesó con la mirada y concentrándose en mi boca, dijo “No me pidas perdón”.