De un mal polvo ... líbranos Señor te rogamos

Luego de un mal polvo, viene otro peor. Por eso decidimos terminar con la mala racha y dedicarnos al sexo de ciudad. Caminar por Santiago con el condón en la cartera. Dejar de preguntarnos ¿me saco la polera? ¿me sacará el sostén? Agarrar los calzones y tirarlos por la ventana. Y simplemente tirarnos al de al lado. De frente. Y de costado.

domingo, septiembre 17

La desconcertante puñalada al corazón

Nos encontramos. Frente a frente. Él, ella y yo.
Se portó como un idiota; hizo puros comentarios desagradables: entre machistas y racistas, e hizo alarde de cuán enganchado está de su polola y lo fundamantal que le es su "impecable" relación. Hasta ella lo miraba extrañada. Podría haberme ignorado o no hacer tanto esfuerzo de hacer como si nada. Sólo yo entendía lo que le estaba pasando. Se puso nervioso. Muy nervioso. Ahí me di cuenta que yo tenía el sarten por el mango. Cuando decidí terminar con esta paupérrima noche juguera, me cerqué a ella y le dije al oído: Linda, usted podría hacerlo mucho mejor.

sábado, septiembre 9

Autos

Hace tiempo que no me tiraba a alguien en un auto. Desde la adolescencia, quizás durante los primeros años en la universidad lo hice mucha veces, después vinieron los moteles, los caros, los de la noche, los por el momento, las sábanas roídas, cubrecamas manchadas, el espejo en el techo, la alfombra burdeo y la vandeja con dos martinis que traía la mucama.
Lo del auto volvió a aparecer este fin de semana. Unos besos secos en el departamento cuando la fiesta ya había culminado, un atracón sexy en el ascensor, con pánico a ser grabada por un conserje caliente, unos besos húmedos camino al auto y más, en todas y cada unas de las luces rojas que se aparecieron por ahí.
Una calle oscura y diez árboles mirando. De repente pasó un repartidor de diarios que disimuló no mirar cuando su espalda fosforecente rozó el espejo derecho. Mi polera ya estaba afuera y su pantalón lo suficientemente abajo como para estar cómodos. Una hora después, comíamos una hamburguesa en el estacionamiento vacío de un Mc Donalds.

jueves, septiembre 7

Son tontos, no pesados

Los hombres no son tan inteligentes como se creen.
Cuando una chica conoce a uno, y tienen el gusto de besarse, la mayor parte de las veces no es el flechazo de la vida o de esos de película en que ambos se enamoran porque son el perfect match.
Y por lo general al final de la velada se intercambian números de teléfono y ellos se hacen los interesantes los primeros días y no llaman, y alguna que es del siglo XXI y que se toma la vida con coca light, no tiene atado en llamar. Pero ellos parece que se espantan. Como si un llamado viniera con el subtítulo te voy a cazar incluído.
Si los hombres fueran más vivos se darían cuenta que las chicas de hoy ya no están buscando pololo, sólo buscan ahorrarse el tiempo y la lata de tener que engrupirse a alguien nuevo. Porque lo crean o no, las chicas tampoco queremos ataduras, sólo una casero que nos haga una atención.